Obispado
Conflictos conyugales


“Conflictos conyugales”, Recursos para orientar, 2020.

“Conflictos conyugales”, Recursos para orientar.

Conflictos conyugales

Los matrimonios eternos que tienen éxito se edifican sobre el fundamento de la fe en el Señor Jesucristo y la adhesión a Sus enseñanzas.

Como en cualquier tipo de relación, habrá conflictos en el matrimonio, pero a veces las parejas afrontan la discordia de maneras que disminuyen la fortaleza de la relación y dañan a ambos cónyuges. Como líder, debe respaldar los esfuerzos del matrimonio por resolver el conflicto en vez de intentar resolverlo usted mismo. Inste a los cónyuges a asumir su responsabilidad y a ser sinceros, de modo que puedan recibir guía y discernimiento del Espíritu Santo.

Procurar entender

Ayudar a cada cónyuge a sentir que se lo escucha y entiende puede ser tan importante como cualquier consejo que usted pueda darles. Al hablar con los cónyuges, procure mostrar amor y comprensión tal como el Salvador lo haría. Con espíritu de oración, considere hacer preguntas como las siguientes a cada cónyuge, con delicadeza y amor, para poder entender mejor la situación y discernir las necesidades. Muéstrese dispuesto a dedicar tiempo a escuchar.

  • ¿Qué dificultades atraviesa en este momento?

  • ¿Qué es lo que más le preocupa de su matrimonio?

  • ¿Cómo se siente respecto a sus convenios matrimoniales?

  • ¿Cuán franco ha sido o está dispuesto a ser al tratar este problema con su cónyuge?

  • ¿Está siendo el tipo de persona y de cónyuge que quiere ser?

  • ¿Qué está haciendo para mejorar su relación con el Padre Celestial?

  • ¿Qué parte del conflicto en la relación podría atribuírsele a usted?

  • ¿Qué principios del Evangelio podrían brindar soluciones al problema?

  • ¿Qué está dispuesto a hacer para contribuir a resolver el problema?

  • ¿Qué necesita perdonar o qué es necesario que se le perdone a usted en la relación?

  • ¿Con qué fuentes de apoyo u otros recursos de ayuda cuenta?

  • ¿Qué puede hacer para acudir al Salvador Jesucristo y tener acceso al poder de Su gracia?

Ayudar a la persona

Al ayudar a la pareja, asegúrese de que ambos comprenden la responsabilidad que tienen de buscar soluciones a sus problemas. De manera apropiada, exprese su amor e interés por la pareja al considerar algunas de las siguientes sugerencias.

Haga hincapié en la responsabilidad individual que tiene cada cónyuge en la relación matrimonial. Los cónyuges que evalúan sinceramente su propia conducta y están prestos a dar los pasos necesarios para arrepentirse y mejorar pueden recibir sanación en su matrimonio.

  • Ayude a cada cónyuge a reconocer que nadie puede cambiar a los demás, pero que con fe, con esfuerzo y con la ayuda de Dios, cada persona puede experimentar su propio cambio en el corazón.

    Aliente a cada cónyuge a evitar exigir que las cosas se hagan a su manera, hablar con superioridad moral o buscar justificarse.

    Ayude a cada cónyuge a considerar lo que la otra persona podría estar sintiendo en la relación y a esforzarse por cultivar la empatía. Invítelos a analizar juntos sus dificultades.

Ayude a la pareja a pensar en qué rencores podrían tener el uno contra el otro que deban dejarse de lado.

Asegúrese de que cada cónyuge se sienta lo suficientemente cómodo para hablar sobre el conflicto conyugal con franqueza. En ocasiones, uno de los cónyuges podría retraerse y no hablar de manera directa al no sentirse protegido física o emocionalmente.

Si los cónyuges necesitan más ayuda, ínstelos a recibir ayuda profesional juntos, siempre que sea posible, a fin de evitar cualquier malentendido entre ellos y fomentar la sinceridad total.

Apoyar a la pareja y a la familia

Los conflictos conyugales afectan a todos los miembros de la familia. Determine el impacto que el conflicto haya tenido en los demás miembros de la familia y aborde los problemas relevantes que este haya producido.

Fomente las formas sanas de comunicarse (véase “La forma de comunicarse con amor”, Cómo fortalecer el matrimonio: Guía para los cónyuges, 2006, págs. 7–9).

  • Ayude a la pareja a reconocer y modificar las formas de comunicarse negativas y destructivas, tales como la crítica o el tratarse con desdén.

  • Aliente a los cónyuges a ser prestos a perdonar y a pedirse perdón mutuamente.

  • Ayude a las parejas a hablar en primera persona en vez de usar el “tú”. Por ejemplo: “Me siento inseguro y poco amado cuando no me contestas”, en vez de “No me amas”. O bien: “Siento que nunca logro estar a la altura de tus expectativas”, en vez de: “Me haces sentir que nunca hago nada bien”.

Aconseje al esposo y la esposa que se traten como compañeros iguales.

  • Aliéntelos a ser sinceros, francos y respetuosos el uno con el otro.

  • Inste a los cónyuges a compartir la información importante y relevante, y a facilitar el acceso a esta.

  • Aliéntelos a tomar decisiones unánimemente como pareja.

  • Inste a los cónyuges a evitar las costumbres culturales o históricas en las que un cónyuge domina al otro o lo trata como un compañero de menor jerarquía en el matrimonio. Tales costumbres son contrarias a los principios del Evangelio y los cónyuges deben reemplazarlas por las formas correctas de comportarse.

Ayude a las parejas a evaluar sus hábitos de fe, los límites familiares y otras costumbres.

  • Analicen la asistencia de la familia a las reuniones de la Iglesia, la noche de hogar semanal, la oración y el estudio de las Escrituras individuales y familiares, y las ocasiones en que comen juntos en familia.

  • Hablen sobre cómo podría influir en la relación el uso que los cónyuges hacen de los medios de comunicación y los dispositivos electrónicos.

  • Aconseje al matrimonio que fijen límites para el uso de los medios de comunicación, las redes sociales y los dispositivos electrónicos. Inste a los cónyuges a conocer las contraseñas del uno y del otro, a hacer un uso transparente de las redes sociales y a evitar cualquier tipo de secretismo en internet.

  • Aliente a cada cónyuge a evitar conectarse con otras personas de maneras que pudieran traicionar la sagrada confianza de su pareja o que parezcan ser inapropiadas.

Si la familia tiene hijos, estos podrían sentir estrés y ansiedad por la relación de sus padres. Ayúdelos con los problemas que podrían afrontar.

  • Ayude a los matrimonios a entender el impacto que los desacuerdos que llevan a peleas y los conflictos tienen en los hijos.

  • Aliente al matrimonio a reconocer ante sus hijos, según sea apropiado, cualquier conflicto conyugal grave; esto los ayudará a asegurarse de que los hijos no afronten solos los efectos del conflicto.

  • Invite a los cónyuges a analizar individualmente con cada hijo, en términos acordes con su edad, lo que la pareja está haciendo para resolver el conflicto.

  • Si usted se entera de cualquier abuso o maltrato a niños, póngase en contacto con las autoridades civiles de inmediato. El obispo también cuenta con una línea telefónica de ayuda a la que puede llamar para recibir ayuda en tales situaciones.

Invite a la pareja a determinar aquellos recursos que podrían ayudarlos a mejorar su relación el uno con el otro y con sus hijos.

  • Invite al matrimonio a hacer una lista de talentos, aptitudes, relaciones, recursos, familiares y demás fuentes a los que podrían recurrir para abordar el conflicto conyugal.

  • Aconseje a los cónyuges que eviten procurar granjearse para sí el favor de las fuentes de ayuda o de otras personas a fin de que estas tomen partido por un lado del conflicto o de la discusión en cuestión.

Hacer uso de los recursos del barrio y de la estaca

Después de recibir permiso del matrimonio para hablar de la situación con otras personas, considere pedir a líderes del barrio o a otras personas de confianza que brinden apoyo, guía y ayuda constantes.

Podría organizar clases adicionales fuera del horario de las reuniones de la Iglesia —o pedir a un mentor que se reúna individualmente con la pareja—; para ello, válgase de los cursos y los materiales de los cursos Cómo fortalecer el matrimonio y Cómo fortalecer a la familia.

Bajo la dirección del obispo, determinen y designen a un matrimonio de confianza que puedan actuar como mentores y dar apoyo. Lo ideal sería que esa pareja haya superado con éxito algún desafío similar, pero cualquier matrimonio que sea espiritualmente maduro y que tenga compasión puede ofrecer apoyo afectuoso.

Considere aconsejar al matrimonio que reciba ayuda profesional o terapia. Determine qué recursos locales proveen servicios en armonía con los principios del Evangelio.

  • La organización Servicios para la Familia (donde se halle disponible) puede ofrecer asesoramiento y hacer sugerencias a los líderes sobre los recursos que haya en la comunidad.